lunes, 23 de marzo de 2015

La librería El tranvía

Mañana cierra la librería en la que compro y encargo los libros y las revistas que leo. El tranvía es un sitio donde he ido mucho, más en estos estos dos últimos años que no tenía más a donde ir. A lo mejor para mi era un refugio, a lo mejor nos refugiamos en los sitios que nos son convenientes.

Y no sé como explicar lo mucho que significa para mi. Y vaya por delante que yo no soy el protagonista de esto, que en las librerías hay libreros, dueños o trabajadores, y que ellos pierden, seguro, mucho más que yo.




Pero esto lo escribo yo, y este es mi relato. Y recuerdo llevar en la mochila a N cuando sus días a lo sumo se contaban por semanas. Y me recuerdo silbándole el dueto de las flores para que durmiera y mientras ojear los libros. Y allí tengo amigos, y tengo además librero, pq yo tengo una persona que cuando llegan los libros me los aparta, y que fué lo que me enganchó allí.

Agradezco que una persona de puro buena me dijera: "tienes muy mala cara, y eso no puede ser". Agradezco tener amigos con los que hablar de mis cosas y agradezco cosas que no sé ni como agradecer. Ya digo, agradezco ese refugio, y lo digo con asombro pq sé que no siempre tenemos derecho a tomar posesión de un sitio.

Y agradezco todos los cuentacuentos y todo el refuerzo a N, el refuerzo de que leer esta bien, de que participar está bien. El refuerzo de que N es especial y lo especial que le han ayudado allí a ser.

Y queda el deterioro. Como una interpretación interesada del segundo principio de la termodinámica. Y q esta frase le parecerá una pedorrada a algún otro, peor es lo que siento. Siento que las cosas, cuando no cambian, cuando aisladas, sólo se muestran para anunciar su deterioro. Cuando las cosas no cambian, sólo cambian para romperse poco a poco.

Y con esto me acuerdo de Gould.