miércoles, 10 de abril de 2013

Escribir, escibir música


Hablar de música es como bailar de arquitectura. Frank Zappa, citado de memorieta.

Hoy leo "El país" digital. Hoy, también, he escrito un post, un mensaje de correo electrónico y todo esto me está costando horas.

Los post eran sobre Margaret Thatcher, evidentemente no os iba a hablar de lo maja que era la pobre. Ni pobre, ni maja.

El correo simplemente es un mensaje personal a alguien que me lee. Y miro y remiro el mensaje y no tiene ni pies ni cabeza, igual se queda como borrador. Y en todo ello el tema, quizá sea la perversión, que según la RAE en su segunda acepción es: Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.

Y al final creo que aparecerá esto, un post sobre dos noticias en El país.

Si yo estubviera haciendo música ¿qué música estaría haciendo? Quizá esto. Za! es un portento, no suelo compartir su sentido del humor, pero cuando veo lo que hacen, pienso que ahí está el camino ¿Que músia es esa?, no sé, quizá sea Jazz de vanguardia como dicen que hace Mike Patton:



el que fué cantante de Faith no more. Y cuando lo veo, pienso que quizá sea ese el camino. También podemos ver un vídeo:



Sobre el artículo de Za! leo sólo la cabecera:

Za! ¿A qué suena el ruido?
El dúo catalán de música experimental perpetra en una sesión histriónica 'Gacela Verde', extraído de su último trabajo 'Wanananai'

¿Por qué "perpetra"? ¿Acaso no son histriónicos siempre? Escribir de música  es usar tópicos, frases hechas, epatar: "sonido monolítico", "puñetazo en el estómago", "satánicas majestades", "el boss", "auténtica", "dinosaurio".

El otro artículo habla sobre un estudio del qeu se extrae que el 83% los jóvenes va a conciertos, pero el 72% no saben quien son Wilco. Los jovenes "consideran la música como algo importante en sus vidas pero la escuchan de una forma superficial, a través de un consumo inmediato y no reflexivo". No recuerdo nunca que profundizar en algo sea positivo. Vivimos en un pais superficial, con una política superficial, con una economía superficial (que no impide que se sumerja toda la que pueda), con un compromiso supercial por el futuro (basta ver la educación, la nueva ley de costas). ¡Quien decía que no iba a hablar de la Thatcher!

Y cuando veo esto:



pienso que eso es lo que me hubiera gustado. Y pienso que ha sido el camino. Una canción de tres minutos, que quepa en un sencillo. Que si te pilla flojo se agarra al estómago, te deja triste y muy muy a gustito.

1 comentario:

  1. Será que a mi nunca me enseñaron que el sonido era importante y por eso puedo vivir sin música.
    [No me enseñaron muchas otras cosas y las aprendí igual... pero tener excusas bien a mano para todo también es algo muy de este país].
    A veces leo y pongo mi propia banda sonora a los libros, por lo que tal vez lo que sucede es que tengo demasiada música en la cabeza para dejar entrar mucho más... ni superficial ni nada, que el milímetro cuadrado de neurona está más cotizado que el metro cuadrado en el Barrio de Salamanca.
    Al final creo que lo que tengo son demasiadas cosas en la cabeza y ninguna capacidad útil para sacarlas fuera.
    Pero mejor así, si tuviese capacidad para expresarme acabaría utilizando la mano de hierro de la Thatcher para sumergir el mundo en vez de la economía.

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