martes, 16 de febrero de 2010

Día 132

A veces la gente me dice que no tiene nada que contar. Yo creo que todo el mundo tiene algo, propio u oído a otros, que será siempre una buena historia. Siempre hay algo que contar, lo malo es que no tenemos costumbre.

Todos los días compro la prensa y casi todos los días en el mismo sitio. Los dueños del kiosco son una pareja que ya tiene nietos. Y casi todos los días les cuento algo de Nora, casi siempre ellos me cuentan algo de sus pequeños. Pero hoy ha sido distinto, hemos empezado a hablar del tiempo (que para un quiosquero es fundamental) y de eso me ha contado su vida en cuatro pinceladas. Posiblemente este señor piense que no tiene nada que contar, a mi me ha impresionado mucho. Y no sé si debo contarla aquí, creo que no.

De las personas que he conocido, al que le recuerdo mejores historias es a mi padre. Historias crueles. Y creo que son historias que merecería recordar. Historias como la imagen que muchos tenemos de lo que ha sido este país. Un país de garbanzo y cucharón. Un país de mala leche y cuartelillo. Y, lo que es peor, un país de porque sí. Y en esa filosofía, la biografía del quiosquero.

Ya no son tiempos heroicos, no caben la gente noble que conocí, que eran capaces de echarse el mundo a sus espaldas. Son tiempos un poco más miserables, quizá más anodinos. Nadie espera de mí que haga lo mismo que mi padre. Nadie espera que pase frio o me moje la lluvia en la obra, se espera que languidezca en un proyecto que a nadie interesa. Donde todas las quejas suenan a vicio. El enemigo no es un señor Scrooge al que visitan los fantasmas, es un señor ignorante, muerto de miedo y miserable al que no le visitan ni fantasmas ni chinches, pero grita.

Y, es curioso, el primer motivo para no subirse a un andamio es que se gana menos dinero que en un proyecto que a nadie interesa que salga adelante o no. Hace mucho tiempo me dijo Carlitos que es sabido que la mitad de los trabajos son superfluos, sólo sirven para que la gente esté ocupada y para integrarlos en un algo que funciona así. Así lo heroico pasa a estúpido por barato.

Si estuviera en mi casa estaría leyendo, o mejor, viendo algún documental sobre Zizec que es el filósofo que más mola de los de ahora. Y mola verle porque el inglés de un esloveno es muy parecido al inglés que aprendía un chico de barrio en un instituto allá por los ochenta. Hegeliano, marxista y lacaniano, se lee en la wiki sobre su concepto de real que divide en tres tipos:

  • El "real simbólico": el significante reducido a una fórmula sin sentido (como en física cuántica, que como toda ciencia parece arañar lo real pero sólo produce conceptos apenas comprensibles)
  • El "real real": una cosa horrible, aquello que transmite el sentido del terror en las películas de terror.
  • El "real imaginario": un algo insondable que permea las cosas como un trozo de lo sublime. Esta forma de lo real se vuelve perceptible en la película Full Monty, por ejemplo, en el hecho de que en el desnudo de los protagonistas desempleados, estos deben desnudarse por completo; en otras palabras, a través de este gesto extra de degradación "voluntaria", algo del orden de lo sublime se hace visible.

Genial, sobre todo lo del “real real”. Aquel que le parezca una tontería lo que lee, que lo vuelva a intentar. Si después de un segundo intento sigue igual, y no quiere darle una tercera oportunidad, no se preocupe la vida da otras oportunidades en otros campos.

Músicas, hoy dos o tres, Van der Graaf (o Van der Graaf generator), con una de las cosas más tristes del mundo (que hay que oír con los auriculares):



Otra, distinta, leo en una página argentina sobre el momento en que Fripp decidió ser músico:
“Fripp contó que el primer disco que lo apasionó fue uno de Elvis Presley, a los 11 años, que a los 13 descubrió el jazz tradicional y a los 15 el jazz moderno. Confesó, sin embargo, que la experiencia que cambió su vida musical la vivió recién a los 21, cuando trabajaba en un hotel judío en Portsmouth, en una banda bailable con la que también tocaba en un cabaret (¿alguien puede imaginar hoy a Fripp tocando en un cabaret?). Volví a mi casa a las 12 y media, prendí la radio y escuché una música aterradora. Al final de esa orquesta aterradora, un acorde de piano... era Sgt. Peppers. Yo estaba en la universidad, estudiando para recibirme de agente inmobiliario, con el objetivo de trabajar en la empresa de mi familia. Nunca más.
Evidentemente eso es “A day in the life”:



Los dos extremos de la canción son de Lennon, lo de en medio de McCartney. Ya he recomendado un libro, “El ruido eterno” de Alex Ross. En el blog mis 31 canciones leo acerca de Alex Ross “Por ejemplo, Ross en su blog (www.therestisnoise.com) sostiene que en los 60 las vanguardias se hicieron pop. Los Beatles, el fenómeno más importante en la historia de la música pop, comenzaron como una simple banda de rock, pero en sus últimos años absorbieron ideas de compositores como Cage, Xenakis y Stockhausen (el quinto por la izquierda de la fila de arriba de la portada de Sgt. Pepper), eso sin mencionar a Jean Sibelius. Y en su web se puede escuchar la comparación entre el Metástasis de Xenakis y “A day in the life” (aún resuenan las distorsiones minimalistas de la versión de Neil Young) o “Revolution Number 9” del Álbum blanco”

Si tuviera más ganas enlazaría todo es to, el curro, Zizek, los Beatles o Fripp, pero me siento incapaz. Pero eran cosas que quería contar.

De propina la canción de King Crimson que más parece de los Beatles:



Y las tres canciones de hoy son fantásticas.

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