miércoles, 23 de diciembre de 2009

Día 118

Después de dos días en casa con Nora vuelvo a currar, pero sólo por un día. Mañana empiezan mis vacaciones, 18 días seguidos sin aparecer por aquí. La verdad es que si quiere Teresa vendré a comer con ella un día, pero “por no molestarme”, no me dice nada, y así no hay quien haga planes. No me extraña, a Tere le duele la espalda y nosotros no hacemos más que reírnos de ella. Estoy convencido de que ella también se ríe.

Para todo el mundo (todo el mundo diestro), si les preguntamos de que dedo se desharía supongo que dirían que del meñique de la mano izquierda. Pues desde el domingo es mi dedo favorito, justo desde el momento en que me corté con un cuter. Desde entonces pienso en él mucho más, incluso, que en mis pulgares oponibles, que es lo que me hace humano o, al menos, primate. Mucho más incluso que mis acusadores índices, incluso Nora levanta sus índices y te dice “no se molesta a Nora, ¡hombre!” y a veces “oye, no se molesta a Nora, ¡hombre!”, siempre hablando de sí misma en tercera persona.

El resto de dedos juega su papel, no muy protagonista. Pero el meñique de la mano izquierda… si ni siquiera vale para estirarlo como hacen los horteras cuando toman el té, tenemos el de la mano derecha para eso. Pues mi dedo meñique de la mano izquierda se interpuso ante el cuter para pedir atención, para pedir una cura de vez en cuando, para poder hormiguear, para sentir frío, para no entrar en el guante. Y cuando lo olvido, ya se encarga él de darse un golpe en la herida para anunciarse. Y, sí, ahora lo tengo que llevar estirado, como los horteras zurdos cuando toman el té.

Podemos seguir la historia del hombre quiso denunciar un concierto de jazz en Sigüenza porque aquello no era jazz, era música contemporánea. Lo conté en la entrega 112. Antes de ayer leo en la prensa que no se conocía la identidad del denunciante, pero que Winton Marsalis está de acuerdo con él, y que regalaría una discografía suya completa (70 discos) en caso de aparecer. Y ayer apareció.

Winton Marsalis es un cabecilla del Neoclasicismo en el jazz. Y parece que lo es activamente. Parece que sólo toca acústico y que está enfrentado a todo el jazz de vanguardia. Pues peor para él, y peor para el espectador que por prescripción médica no puede oir esta música. La música está llena de puretas e imbéciles. Me pregunto si contesta a esto el libro de Alex Ross que ya he comentado, “El ruido eterno”, también en la entrega 112. Y me pregunto qué pensará Winton de su hermano Branford , que ha tocado con Sting en un grupo eléctrico. Desde luego sin saber mucho Winton es un integrista. Y como hoy me ha caído mal, no hay video de él

Mas jazz, en Babelia (el suplemento cultural de El País), este fin de semana hablan de un disco de un grupo llamado Five Peace (¿no debería ser five peaces?) con John McLaughlin y Chick Corea. También participa Herbie Hanckok como invitado. Cualquiera que conozca un poco de Jazz sabe que esto son palabras mayores. Y a la batería Vinie Colaiuta, que tocó con Zappa y esto son palabras más que mayores. La crítica al disco es positiva, la hace Miquel Jurado. De la labor de Colaiuta dice que es monolítica, así que no se qué opina de él. No sé si Jurado es el del monolítico o es la redacción de cultura de El País en general, haremos un seguimiento. Y estos son más eclécticos que Marsalis, desde luego:



Y Herbie Hancock es el compositor de “Cantaloop island”, aquí con una banda de mucho lujo:



Que los futboleros lo conoceréis por el carrusel deportivo y rapeado por US3:

http://www.youtube.com/watch?v=JwBjhBL9G6U

Y no se cual me gusta más. La presentación hablada en ambas versiones es la de el disco de US3. Y que yo siempre me he imaginado hecha por un enanito vestido de director de pista de un circo.
Integristas en esto de la música hay muchos. Todos de adolescentes teníamos algo de eso, yo mucho. Y el que no lo haya sido posiblemente no ha vivido con mucha pasión lo de la música a esa edad, no era obligatorio. Y redichos e imbéciles. Con lo del feeling, que era cosa de negros o de Clapton, y ese era el sentimiento último. Y qué músicos lo tenían y cuáles no, y era imprescindible el feeling, y el que no lo había sentido no sabía lo que es.

Y Bach no tenía feeling. Y si no lo tuvo él, será que no es necesario, digo yo. Y lo que ha habido que aguantar. Y de Bach el oratorio de Navidad, por , que es cojonudo (y yo me crucé con él en el aeropuerto de Amsterdam, con él o con su primo, pq eran iguales):



El el Wire de hace uno o dos meses hay dos sucesos extraños. En uno se comentan las reediciones que se están haciendo de los discos de King Crimson. Las tres primeras son “In the court of Crimson King”, “Lizard” y “Red”. Y a la corte y a “Red” los ponen la máxima nota (un cinco) Lizard solamente les merece un tres.

El otro suceso extraño es un artículo sobre Yes en la última página, diciendo lo difícil que lo tenían para lograr el reconocimiento que merecían.

Yo creía que Wire era una revista más integrista, y, mira, pues no. Me equivoqué. Me alegro de estar equivocado.

Bonus tracks
  • Me ha contestado Mai, y como mola. Y como mola que te lean en Copenhague, en una conferencia sobre el cambio climático. Y Mai no es ya la superconsultora, es la consultora global.
  • Y se refiere a mi con “Jose, el de Richard Feynman, el de Lezama Lima, el de las esencias” y me gusta mucho que alguien se acuerde de mí así.
  • Ya he dicho aquí alguna vez que Alex, el protagonista de “La naranja mecánica” era un joven ejemplar porque sentía pasión por la música, la violencia y el lenguaje. Todo esto según Anthony Burgess.

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